nueva imagen

Al ver la foto de mi perfil, la sentí lejana, sin representarme ya.

Varios años me acompañó ese pececillo pero ahora llegó el momento de dejarlo nadar hacia otros mares. Y, a la vez, reflejar en la nueva imagen otra parte de mi misma.

Elegí al nuevo pececillo sin pensar, guiándome sólo por las sensaciones. Una vez hecho el cambio, me fijé en que ahora mi pececillo, que también es de colores y sigue teniendo el corazón de chocolate, es más coqueto y una leve sonrisa se adivina en su rostro.

Últimamente, como solemos hacer cuando estamos mal, dejé de cuidarme; comiendo mal (carnes, fritos, dulces refinados...), sin descansar lo suficiente, vistiendo de cualquier manera y demás dejadeces que tampoco viene a cuento explicar.

¿Qué pasó entonces? ¿Será que voy remontando? No lo sé...

Lo que si tengo claro es la influencia de la danza en mi.

Como sabéis, practiqué tai chi durante bastantes años, aprendí autodefensa y bailé hip hop. Todo muy masculino, bueno para el trabajo que quería hacer con mi equilibrio yang.

De repente, sentí atracción hacia el lado contrario; lo femenino. Había olvidado que soy una mujer y situaba lo femenino fuera de mi; en la tierra, en la luna... Pero no sabía como hacerlo para desarrollarme en este sentido.

La vida me puso delante la danza del vientre abriéndome una puerta desconocida para mi hasta entonces.

Este baile ancestral (sepultado por las religiones monoteístas y por los patriarcados asustados del poder de la mujer) ya lo practicaba Salomé, no la de la canción de verano, sino la bíblica.

La danza oriental es un mar de salud y sensualidad, aunque muchas personas, sobretodo occidentales, cuando hablan sobre esta danza, no van más allá de relacionarla de algún modo con el sexo, con lo apetecible que se convierte una mujer. Creen que lo bailamos sólo para gustarles a ellos.

Sin embargo, esta idea está basada en el desconocimiento. De entrada, solemos bailarlo en grupos de mujeres, sin hombres mirando, creamos un grupo femenino donde podemos desplegar a nuestra Diosa femenina sin presencia de lo masculino; sólo nosotras. Cada una con su cuerpo, bello, sea como sea sin importar el estándar de belleza que la sociedad nos impone.

Al mismo tiempo, trabajas todos los músculos del cuerpo, en especial abdominales y zona pélvica, con multitud de movimientos ondulantes que yo jamás creí que podría hacer. O sea, que también te pones en forma.

Claro que te sientes más sensual, más guapa, aceptando tu cuerpo, tu esencia y queriéndote más.

Creo que es debido a la conexión con la Diosa Madre que tenemos al bailar, con el movimiento del segundo chakra, esto a nivel energético. Y a nivel físico con la colocación de la columna vertebral, el control del diafragma y abdominales, la respiración y el reforzamiento de los músculos de espalda, piernas y glúteos.

Sea como sea, !os presento mi nueva imagen!